LA LEYENDA Y LA GRAN HISTORIA DE AMOR QUE ESCONDE LA FLOR DE CEMPASÚCHIL

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El dios del sol perpetuó el amor de dos jóvenes.

La leyenda de la flor de cempasúchil cuenta el origen divino de una de las flores más bellas que existe en México que sólo se encuentra en el otoño y que nos indica la llegada de las festividades de “Todos los Santos y Día de Muertos”, pero ¿Qué es lo que hace al cempasúchil tan especial? Te invitamos a conocer la respuesta.

Está leyenda es una de las más antiguas y hermosas de México. En el otoño de cada año justo en la “Festividad de todos los santos y el Día de Muertos” el mito renace y nos conecta con nuestras raíces y la forma en que nuestros ancestros homenajeaban a la muerte.

Cuenta la leyenda que dos jóvenes aztecas de nombres Xóchitl y Huitzilin estaban profundamente enamorados.

Juntos pasaban sus tardes entre juegos en los campos de su pueblo, así como en frecuentes escaladas al cerro para dar ofrendas a Tonatiuh, el Dios del sol, ante quien se juraron amor eterno en repetidas ocasiones.

Conmovido por un amor tan grande y puro, Tonatiuh los bendijo, obsequiándoles más amor mutuo, y los cuidó para que tuvieran las menores dificultades, sin embargo, muy pronto su amor se puso a prueba. 

Una guerra se desató y todos los jóvenes en condición y en edad de combatir fueron requeridos para la batalla; el joven Huitzilin fue uno de ellos.

Él marchó a la guerra que duró meses, pero lejos de que Xóchitl se olvidara de su amado, la añoranza por volverlo a ver se hizo más fuerte.

El encuentro nunca ocurrió. Xóchitl fue informada de que Huitizilin, su amado había muerto en la batalla.

Xóchitl se derrumbó, subió a la montaña para rogarle al Dios del sol que le devolviera a su amor o que le permitiera reunirse con él de otra forma.

Convencido del amor que la pareja se profesaba, el Dios del sol Tonatiuh, le concedió a Xóchitl reunirse con Huitzilin pero no en la forma humana, así que lanzó un rayo dorado sobre ella, convirtiéndola en un botón provisto de un tallo largo.

De pronto revoloteando en el cielo un bello colibrí se acercó al botón para extraer el néctar, cuando el colibrí se acercó con su largo pico y se dispuso a besar a la planta, está se abrió de inmediato transformándose en una hermosa flor de tonos naranjas llena de infinidad de pétalos.    

El hermoso colibrí era Hutzilin quien desde lo lejos reconoció el resplandor de su amada y fue como el Dios del sol perpetuó el amor de Xóchitl y Huitzilin.

Al acercarse la “Fiesta de los Santos y el Día de Muertos” el espíritu de Xóchitl está presente en todas las resplandecientes flores de cempasúchil y espera ansiosa que Hutzilin aparezca en forma de colibrí para poder demostrarse su amor.