ÁNGELES…
Porque sus enseñanzas no se agotan con su ausencia.
Porque nos enseñan los sortilegios de las letras y los números, y eso es magia pura.
Porque con su sonrisa de aprobación nos iluminan el día.
Porque son los únicos que pueden amar a sus alumnos como si fueran sus hijos sin pretender usurpar el lugar que pertenece a los padres.
Porque son los depositarios del bien común espiritual de nuestro pueblo.
Porque nos muestran el camino de la ciencia, el arte y la bondad.
Porque son a los únicos que escuchamos cuando ya ni a nuestros padres hacemos caso.
Porque son valientes al corregirnos.
Porque pueden ver en nosotros los talentos que, a veces, no podemos percibir.
Porque son capaces de enfrentarnos a la verdad, aunque nos duela.
Porque nos enseñan a descubrir el sentido profundo de la vida.
Porque son capaces de soportar la incomprensión y hasta el insulto con tal de no exponer la fragilidad de sus alumnos.
Porque siembran con pasión, fe, amor y entusiasmo aunque sepan que no será suya la cosecha.
Porque nos enseñan a trabajar como si el mundo fuera eterno, aun cuando el mundo pueda terminar mañana.
Porque son capaces de transformar su carácter con tal de que sus emociones no desmerezcan su trabajo.
Porque sus palabras pueden reacomodar un alma fracturada.
Porque escuchan con la atención de un santo y aconsejan con la claridad de un sabio.
Porque adivinan, uno nunca sabe con qué artes, si uno planea portarse mal. Y hasta te lo advierten.
Porque siempre conservan la capacidad de amar.
Las maestras y los maestros son ángeles
aunque a veces no lo sepan,
aunque a veces lo olviden,
aunque a veces no lo crean.
José Avisay Méndez Vázquez
Director de la Compañía de Teatro del Colegio Argos.
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