¿Y QUÉ VAMOS A GANAR?

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De esas conversaciones que uno escucha al pasar.

―Pues lo que quiero es que me inscribas a clases de canto ―dice el muchacho.

―¿Y qué es lo que vamos a ganar? ―pregunta el que supongo es el papá.

―¿Vamos?

Y los veo seguir en silencio. Ellos y yo.

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Finales de mayo y principios de junio era la temporada en que solíamos presentar el trabajo de nuestra Compañía de Teatro del Colegio Argos, hasta que, después de siete años ininterrumpidos, nos sorprendió la pandemia a medio montaje de nuestro último proyecto. Y ahora que Facebook me anda recordando las publicaciones de esos momentos, pues la nostalgia me invadió.

En este año de encierro, he tenido la oportunidad de participar en algunos cursos y he podido convivir con escritores, productores, directores de escena, escenógrafos, diseñadores de vestuario, iluminadores, diseñadores de video y coreógrafos de muchos lugares de la República y algunos de Sudamérica. Eso me ha permitido ampliar mi visión del teatro y aprender muchas cuestiones técnicas; pero también me ha dado la oportunidad de valorar el trabajo que podemos realizar en el Colegio Argos. Y en algunos momentos en que he escuchado reiteradas quejas sobre lo difícil que es hacer teatro en México por un sinfín de carencias, yo he redescubierto lo afortunado que soy trabajando con la Compañía de Teatro del Colegio.

En una producción teatral, el equipo creativo (director, coreógrafos, escenógrafos, iluminadores…) puede tener las ideas más maravillosas que mente humana pueda concebir, pero para aterrizarlas, suponiendo que cuente con un cuerpo de actores-cantantes-bailarines idóneo, siempre dependerá del riesgo que EL PRODUCTOR decida correr.

En la Compañía de Teatro somos muy afortunados: nuestra Productora es Mme Enny Salgado Negrete, Directora General del Colegio. Y el amor que tiene por los niños y jóvenes, su empeño por brindarles oportunidades para que desarrollen sus talentos, el cariño con que los acompaña en su progreso, y la alegría que expresa cada vez que alguno de ellos supera sus limitaciones y descubre sus cualidades es lo que ha permitido que los frutos que la Compañía ha dado se sigan haciendo realidad. Por todo eso, y por la libertad, confianza y apoyo a nuestra Compañía, mil gracias.

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“―¿Y qué es lo que vamos a ganar? ―pregunta el que supongo es el papá.”

En una visión utilitaria, es posible que el papá vea lo de la inscripción a clases de canto sólo desde la perspectiva de una inversión que ha de dar dividendos. En esa visión, posiblemente, el resultado ideal es que el muchacho termine siendo un Luis Miguel para que el padre pueda convertirse en el afortunado (por lo de suerte y fortuna) representante y administrador de las regalías. Igual puede ser también ésa la ambición del muchacho. Y está bien.

O puede ser que el joven sólo anhele expresar sus emociones desbordantes, el amor a alguien, las desilusiones o el dolor que provocan ciertos aspectos de la vida. Y la verdad es que si aprende a cantar sólo para confrontar, para expresar o para canalizar sus emociones, eso, aun cuando no sea dinero, es también una ganancia. Invaluable por cierto.

¿Y qué ganan nuestros niños y jóvenes de la Compañía de Teatro?

En su clase de ACTUACIÓN, tienen la oportunidad de conocer y desarrollar las capacidades expresivas de su cuerpo, lo que implica un trabajo profundo para conocerlo y desarrollarlo; los ejercicios que realizan les permiten explorar sus habilidades y aprender a ubicarse en el espacio para utilizarlo a su favor; de la interacción con sus compañeros se refuerza la capacidad de comunicación con el interlocutor y la necesidad de expresarse con claridad y precisión. Las improvisaciones y los textos son medios para que identifiquen sus emociones, aprendan a expresarlas y a calibrarlas; a partir de eso descubren que poseen un abanico de ellas más rico de lo que suponían y que la manera de expresarlas es más variada que las formas a que están acostumbrados.

Se actúa con y para los demás, lo que refuerza la necesidad del trabajo en equipo, la honestidad en la expresión y la seguridad personal. Trabajan en su expresión vocal, liberan la voz con la carga emotiva que conlleva, aprenden desde el fraseo que facilita comunicarse hasta la calidad con que un texto puede expresarse; usan el volumen de su voz, y el silencio. Toman conciencia clara de la mirada de sus interlocutores y del público.

En la compañía de Teatro han tenido el privilegio de trabajar hasta con tres profesores de CANTO en un mismo curso y la riqueza que cada uno de estos profesores les ha aportado es grandísima. Quienes reconocen tener la habilidad han descubierto todo lo que pueden avanzar en técnica de la mano de sus profesores. Y los que aseguran que no nacieron para cantar es común que en las clases especiales que reciben, en medio de algún ejercicio individual, escuchen una voz hermosa y con sorpresa comprendan que esa voz desconocida sale de ellos. Por un milagro como ése vale la pena todo el esfuerzo, todo el apoyo y toda inversión.

Ya en el trabajo final lo que hemos apreciado es un coro afinado, con personalidad, creando armonías de tres y cuatro voces, y solistas entonados con capacidad expresiva y buen manejo del escenario. Y es admirable el trabajo que realizan porque en las presentaciones todo lo cantan en vivo y, como todos tienen micrófono, no hay manera de disimular lo que estuviera mal hecho.

Durante el curso y en el montaje de la obra, nuestros alumnos han trabajado regularmente con dos profesores de DANZA; han aprendido ballet, danza contemporánea, hip-hop y tap. Cada estilo conlleva sus propias dificultades y ver a nuestros niños y jóvenes superarlas nos llena de alegría y admiración. Aprenden a controlar su cuerpo, adquieren base, su postura mejora, su personalidad se expande; su seguridad personal y la alegría y emoción que pueden proyectar les permite conocer un nuevo lenguaje con el cual comunicar sus ideas y sentimientos. Se liberan del juicio ajeno y propio, desarrollan memoria corporal y emocional, amplían su campo de expresión festiva y adquieren otra herramienta para la convivencia social, porque una persona que baila nunca se encuentra sola.

Con un trabajo constante en sus clase de actuación, canto y danza, nuestros alumnos desarrollan condición física, empatía, capacidad para el trabajo en equipo, liderazgo, confianza y seguridad en sí mismos, memoria corporal y espacial, puntualidad, responsabilidad, sentido de compromiso, tolerancia a la frustración, capacidad de previsión, sentido de la ubicación espacial, capacidad de análisis de sí mismos y de las personas con quienes interactúan, curiosidad, orgullo de sí mismos, respeto por el trabajo de los demás…

Y por si fuera poco, nuestros integrantes de la Compañía de Teatro del Colegio Argos han desarrollado una cualidad distintiva: son una familia en la que se respetan y apoyan; los mayores tienen cuidado de los más pequeños a los que cuidan como a hermanos y los impulsan a que aprendan, y hasta son capaces de sentarse con ellos a orientarlos en sus tareas escolares. Tienen una seguridad tan noble en su propio talento que saben “hacerse a un lado” para que sus compañeros también aprendan y puedan lucirse. Todos conforman un grupo muy profesional, comprometido, apasionado y humanamente cálido del que uno puede aprender mucho. Si a eso agregamos que cuentan con unos padres que les apoyan incondicionalmente y están en un Colegio que tiene como prioridad su desarrollo integral como personas, ¿qué más podríamos pedir?

Con emoción, los profesores de los distintos talleres esperamos retomar pronto el proyecto que dejamos a medias. Y deseamos que nuestra Compañía no sólo permanezca unida, sino que crezca, pues somos una familia que tiene mucho para compartir con quienes decidan acercarse a formar parte de ella.

José Avisay Méndez Vázquez

Director de la Compañía de Teatro del Colegio Argos